martes, 1 de junio de 2010

A título personal.


Los recibiría en el aeropuerto con un cariñoso abrazo. Como los que le daba a ella todos los viernes y compartía con él todos los domingos. Aquellos abrazos en los que deseaba ser un gigante para darlos con más fuerza. Me agarraba a ellos como si fuese la última vez.

En el coche les contaría que me va bien conduciendo, no me costó mucho sacar el carné pero hay que tener cuidado porque los americanos están locos. Él me preguntaría que si va bien el Ford Taurus, va bien, diría yo, es un V6. ¿Cuánto consume?!, me diría él. Mucho, pero aquí la gasolina es muy barata. Alrededor de 50 céntimos el litro, y él, ¡que barato Alber!

A ella le enseñaría los adosados escondidos entre pinos y buganvillas que rodean mi complejo de apartamentos. Mira a la izquierda, ése chalet me encanta, que preciosidad, diría ella mientras coge ideas que llevar a casa. Donde siempre guardó para todos un refugio de felicidad.

Les enseñaría brevemente mi habitación, madre mía Alberto que desastre, y nos iríamos a cenar. Hablaría con ellos de lo bien que me ha ido aquí, pero que ya tengo muchas ganas de volver.

Ella comería una ensalada al gusto en el Ruby Tuesday; remolacha, escarolas, zanahoria rayada y cranberries (Mmm ¿qué es eso? Diría ella, y yo; cógelas, son como pasas pero algo menos dulces y con más sabor. Y ella, listo). Él optaría por una bandeja paisa en el Caribbean Café; Arroz, plátano frito, yuca y un filete de ternera en su punto. Ambos, pocas veces coinciden, degustarían un buen vino chileno conmigo.

Después de una sobremesa juntos, como las que tengo en algún rincón de mi memoria pero no recuerdo, caminaríamos un poco por Lake Johnson. Como esos paseos matinales junto a él y mi abuelo por la estación y el muelle o esas excursiones entre la maleza, tijera podadora en mano, con ella y mi hermana por las afueras de nuestro chalet en Chiclana.

Disfrutaríamos de la naturaleza; el lago, las plantas, el camino; para nosotros tres.

Luego haríamos una visita por el centro de la ciudad. El capitolio, la asamblea, el fuerteharía de guía dedicado y exclusivo, como tantas veces hicieron ellos conmigo.

Les abriría las puertas de la oficina donde trabajo. La redacción, ésa es mi mesa, les enseñaría el mapa de las ciudades por donde me muevo en busca de historias, mis mejores fotos, las mejores notasqué orgullosa estoy de ti, diría ella, que experiencia Al, viajas más que yo, me recordaría él.

Antes de volver iríamos a uno de los cientos de grandes centros comerciales que hay aquí. Ella pasaría horas en Ann Taylor, Macys y Belt. Vestidos, rebecas, pulseras, ¿le quedará bien esto a tu hermana Al?, seguro. Él observaría con paciencia y rigor los miles de gadgets que venden en Crabtree. Las linternas de leds desmontables, los accesorios para cámaras fotográficas en Best Buy, los más de mil productos de AutoZone... ¿valdrá esto para mi bici? Claro.

Se acabaría el día y tras disfrutar de un último paseo por Glenwood Avenue, con la luz de la ciudad de fondo y un cielo voluminoso que nos recuerda que Raleigh está en mitad del campo, los dejaría de nuevo en el aeropuerto. No os preocupéis, como habéis visto estoy bien, y dentro de 13 días estoy allí.

Otro fuerte abrazo, unas lágrimas imprevistas, quizá, y una silenciosa despedida con la mano. Me gustaría hacerles ver lo feliz que he sido de pequeño. A pesar de los pesares, me sentía un privilegiado.

Pero algún día se lo diré, por si tienen dudas. Con el cuidado, cariño y educación de mi mamá y bajo la protección de mi hermana crecí en una casa de Pintor Zuloaga, mi casa. Un fin de semana y otro no esperaba mi papá, con el ZX blanco junto a la cancela de mi casa, dispuesto a convertirnos a Ica y a durante dos días en los reyes de la casa de mis abuelos, en Alcalá de Guadaira.

, estaban separados, no como en esta visita fictica, pero disfrutaba y disfruto de los dos. Tenía un padre y un amigo con el que jugar, conversar, aprender y una madre con un cariño infinito y con dos cojones para luchar por sus hijos dignos del mejor padre de la tierra.

3 comentarios:

  1. Al!!!! Q pexá de llorar, mamoni!! No se q decirte. Solo q somos afortunados de tenerlos y tenernos. Un beso y un gran abrazo. Nos veos pronto. TQ.

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